Llega la Reseña de los lectores del penúltimo episodio de la segunda temporada de La Casa del Dragón. Ya tuvimos nuestro análisis en profundidad Del libro a la pantalla, el directo Anillos y Dragones y las impresiones de un No Lector. Hoy nuestra amiga Cristina Arias, enamorada de la saga que conoce muy bien Fuego y Sangre da sus impresiones como lectora del genial La Cosecha Roja

La Casa del Dragón 2×07 – La Cosecha Roja

Por Cristina Arias (Cava Baja)

Después de mucha preparación del terreno, por fin hemos visto uno de los hitos de esta Danza de Dragones. La cosecha roja supone un punto de inflexión tanto en La Casa del Dragón como en Fuego y sangre. Y no únicamente para la historia de Rhaenyra y compañía.

Ya habíamos comentado en la reseña anterior que en Fuego y Sangre la llamada Cosecha Roja fue idea de Jacaerys y que muchos plebeyos, caballeros y demás se presentaron a reclamar un dragón con la promesa de obtener tierras y un título. La semana pasada yo había expresado mis dudas sobre cómo llegarían Ulf el Blanco y Hugh Martillo hasta Rocadragón después de todo lo que habíamos visto, puesto que estos dos personajes, en los libros, viven en Rocadragón; pero en la serie viven en Desembarco del Rey.

Finalmente, la idea original en la serie es de Mysaria y, en lugar de una proclama, y más en consonancia con el espíritu del personaje, el llamamiento de Rhaenyra se esparce por medio de cuchicheos y rumores por la capital.

Cuando todos los aspirantes a jinete llegan a Rocadragón, se observa una idea que, en cierto modo, sobrevuela parte de los libros, pero a la que la serie da una solución más bien regulera. Me refiero a la idea de que los dragones pierden su halo de divinidad para que “cualquiera” pueda montarlos. Los propios guardianes se rebelan contra Rhaenyra no quieren participar en lo que consideran un despropósito.

En el capítulo anterior habíamos visto que ni siquiera era necesario reclamar un dragón para ser elegido por él, y además no se sabe muy bien qué criterio (mágico, biológico o instintivo) siguen realmente los dragones para elegir a su montura. Según lo que vemos en la serie en esa magnífica secuencia de la elección de Vermithor y Ala de Plata, parece que no es una mera cuestión de sangre, sino que los dragones perciben algo familiar o incluso algo en la actitud del jinete que hace que les parezca mejor que otros.

Sea como fuere, la propia Rhaenyra habla por boca de los guionistas cuando afirma no saber si se trata de la sangre o de algo más. Así que, por mi parte, creo que los dragones tienen una suerte de contador mágico de midiclorianos en alguna parte de su anatomía. Y chimpún.

Esta desmitificación de los dragones, que ya vimos con el paseo de la cabeza de Meleys, en realidad es muy peligrosa, como ya sabemos los lectores de los libros. Una serie de decisiones desesperadas harán que el pueblo acabe con ellos e, incluso, unos años más tarde, los crueles actos llevados a cabo por sus antepasados harán que Aegon III sea conocido como el Veneno de Dragón. Curiosamente, aquí asistimos a la semilla que hará que, en Canción de Hielo y Fuego, los dragones de Daenerys sean tan importantes.

Otro de los personajes que no está de acuerdo con la estrategia de Rhaenyra es su propio hijo. Jace, no sin falta de lógica, recrimina a su madre que, si cualquier bastardo puede ser jinete de dragón, cualquier bastardo puede querer ser heredero legítimo por encima de él, que no es otra cosa que un bastardo. No sé vosotros, pero a mí se me vino a la cabeza la Rebelión Fuegoscuro, que tendrá lugar años después y, en parte, le doy la razón a Jacaerys.

También me lleva a reflexión la idea de que lo hemos visto negociar con Cregan Stark, con los Frey, buscando archivos con su madre y enfurruñarse porque no puede entrar en batalla. No tengo claro si el último episodio de esta temporada tendrá una de sus catarsis en la batalla del Gaznate y en la desaparición de un personaje que ha cumplido con creces su misión, pero que no ha tenido un peso equilibrado en forma de tratamiento o metraje. Veremos.

A este respecto, quisiera hacer hincapié en la ascendencia de Ulf y Hugh que se propone en la serie. Según el show de Max, Ulf sería hijo ilegítimo de Baelon Targaryen, hermano de Daemon y Viserys. En relación a los libros, este dato es curioso, puesto que lo que sabemos es que Baelon destacaba por estar profundamente enamorado de su esposa y, al fallecer esta, no quiso volver a casarse y le fue fiel hasta el final.

Por su parte, Hugh cuenta que su madre vivía en un burdel, por lo que muchos han interpretado que se trata de Saera Targaryen, hija de Jaehaerys II, que huyó a Essos y se estableció en Volantis regentando un burdel. Cuando su padre falleció, ella misma se desentendió de esto y ni siquiera se planteó que sus hijos fueran herederos al Trono de Hierro. A efectos de trama, este tipo de historias tampoco aportan demasiado, pero dan color y nos hacen buscar y opinar con respecto al canon, que eso siempre entretiene.

Y eso que el plan de Rhaenyra no es tan descabellado como parece. En realidad, sigue manteniendo la idea de preservar el legado de su padre y su abuelo. Rhaenyra no solo lucha por el poder, sino por la paz. Entiende que no hay otro camino para detener la guerra que tener la sartén por el mango y usar a sus dragones más como arma disuasoria que destructiva.

El final del episodio lo deja clarísimo con ese viaje de Ulf, que está disfrutando más que Bastian subido sobre Fujur, para provocar a Aemond y que el Regente tenga que volver como una exhalación cuando ve lo que se le viene encima. Lo que no sabe Rhaenyra y nosotros sí sabemos es que las tornas pueden cambiar con más facilidad de la que parece. Pero quedémonos con la épica, las escenas y los preciosos planos de las bestias que este episodio nos ha regalado, que a veces anticipo demasiado.

Por su parte, Aemond no está viendo venir la traición que se cierne sobre él en forma de Larys Strong quien, en un primer momento, se guarda la información de los nuevos jinetes y, acto seguido, no deja descansar a Aegon para acelerar su recuperación. El Patizambo necesita prosperar, y Aemond no es una opción.

Otro personaje sin muchas opciones es Alicent. Lleva sola prácticamente toda la temporada. Se ha dado cuenta de que la situación de su familia y de la propia Fortaleza Roja es cada vez más crítica. Con ese sutil detalle de que “todo está sucio”, la reina viuda no solo describe la situación de los aposentos, sino que cada vez se siente más oprimida por la corrupción y la ponzoña que envenena la corte, el reino y su propia familia.

Así pues, se marcha de retiro espiritual prerrafaelita. La belleza de las imágenes de Alicent en el agua contemplando al águila también transmiten un cambio. El paso de la reflexión y la soledad a la determinación. Alicent terminará esta temporada sabiendo cuál es el rumbo a seguir a partir de ahora. ¿Cuál es? Espero que lo sepamos dentro de poco.

No quisiera terminar este apartado de referencia al bando verde sin recordar que Daeron sigue apareciendo en las conversaciones de los personajes. Su dragón ya puede volar y está luchando contra los Beesbury. Le diría a Aemond que tenga aún más cuidado con la competencia, pero temo que el orgullo sea uno de los peores defectos de este asombroso personaje, así que solo nos queda esperar si conoceremos a Daeron en la próxima temporada.

En Harrenhal, Daemon por fin descubre qué implica gobernar, después de una temporada completa luchando contra sí mismo y sus deseos. Oscar Tully es, desde luego, un hallazgo. La maestría con la que es capaz de tratar con los señores de las casas nobles de las Tierras de los Ríos al mismo tiempo que une a todas ellas al bando de Rhaenyra es magistral.

Con la decapitación de lord Blackwood, Daemon descubre que las cosas no vienen dadas porque sí, y que el miedo muchas veces no sirve para negociar en una guerra. El gobernante debe escuchar a sus vasallos, hablar con ellos y ponerse de acuerdo. De lo contrario, solo generará rechazo, como ocurre con Aemond en Desembarco del Rey.

En el que creo que todos esperamos que sea su último sueño, Viserys, viejo y enfermo, le ofrece la corona y, por primera vez, Daemon duda. Ostentar el poder no es fácil, y menos aún mantenerlo. Que se lo pregunten si no a Rhaenyra. O al propio Oscar Tully. Este muchacho, como ya dije una vez, nos va a dar muchas alegrías.

Para terminar, y como mi vida no me da para ver filtraciones ni casi espóilers, vemos cómo Rhaena se aleja de la comitiva que parte en la Alegre abandono en busca de su destino en forma de Robaovejas. ¿Veremos el final del arco de este personaje en el próximo episodio? ¿Se liará un tremendo desfile de dragones en el Gaznate? ¿Tendrá el tapiz de la cabecera nuevos elementos en la tercera temporada? Ya queda muy poco para saberlo.

¡Hasta pronto!