Hoy vamos a comenzar una serie de ensayos basados en las posibles inspiraciones literarias de Canción de hielo y fuego. Su autora es la periodista colombiana Juliana Vargas y estamos seguros de que os van a encantar.
La primera entrega es sobre uno de los personajes más complejos de la saga, Petyr Baelish. Un tipo que, especialmente en las novelas y en palabras de George R.R. Martin, guarda una interesante semejanza con otro de los personajes literarios más célebres del pasado siglo: James Gatz, es decir, El Gran Gatsby.
Inspiraciones literarias de Canción de Hielo y Fuego (I): Meñique y el Gran Gatsby
Por Juliana Vargas
A Scott Fitzgerald lo persiguió un fantasma a lo largo de su vida. Escribía un cuento aquí y otro allá, trabajaba como publicista e incluso llegó a escribir guiones para Hollywood; pero su más grande ambición era ser el autor de la “gran novela americana”. Cuando no estaba trabajando en ella, se ahogaba en alcohol y se dedicaba a lo que él mismo llamaba “putear”, es decir, publicar para revistas independientes. Poco a poco, año a año, whiskey a whiskey, Fitzgerald fue puliendo su novela hasta que, finalmente, de su pluma nació el personaje que él consideraba el pináculo del hombre de su tiempo: James Gatz.
Como los primeros norteamericanos, James Gatz no tenía un noble pasado o una tierra donde asentarse. No tenía títulos o dinero. Básicamente, era tal como el pueblo llano de Poniente…y una persona más: Petyr “Meñique” Baelish.
Los comienzos de Meñique ya los conocemos. Hijo de nadie, descendiente de nadie, heredero de nadie y futuro propietario de los Dedos, unas tierras que no le interesaban a nadie. Gracias a los Siete, su padre tuvo la suerte de trabar amistad con Lord Hoster Tully en la guerra Nuevepeniques, lo cual le permitió a Petyr ser pupilo del hombre más poderoso de las Tierras de los Ríos. Allí creció junto a Catelyn, Lysa y Edmure. También, a causa de su baja estatura y el asentimiento de su padre, obtuvo su apodo: “Meñique”.
En la posteridad, James Gatz tampoco se conocería por este nombre. Avergonzado de sus padres agricultores y poco prósperos, se cambió el nombre por el de Jay Gatsby y así fue como lo conoció Daisy, una señorita de alta sociedad. Alguien del pueblo llano no se fija en una señorita noble, así como Jay Gatsby no debía enamorarse de Daisy, pero parece que el corazón es sencillamente indomable:
Gatsby quedó totalmente anonadado al darse cuenta de la juventud y el misterio aprisionados entre el dinero (…) y de la frescura de un nutrido guardarropas, y de Daisy, resplandeciente como la plata, a salvo y orgullosa, por encima de las feroces luchas de los pobres.
Meñique siguió sus pasos enamorándose de Catelyn Tully y a ambos los derribó las convenciones sociales de su época, las cuales no son tan diferentes. Catelyn debía casarse con alguien de su estatus, Daisy debía casarse con alguien de su estatus. Meñique incluso retó a Brandon Stark a un duelo cuando se vio privado del amor de su vida; pero para personas como Petyr y Jay Gatsby, las delicias de este mundo no están disponibles.
“¿Por qué, si el amor es lo contrario a la guerra, es una guerra en sí?” , dijo alguna vez Benito Pérez Galdós, y seguramente también lo pensaron Petyr y Gatsby. Si la sociedad no les permitía estar con la mujer que amaban, entonces lucharían contra ella ¿Por qué no? Como dice Plutarco, hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer. Sin importar cómo, tendrían a la mujer que amaban y, así, demostrarían que tenían un lugar en este mundo:
“Su corazón se mantenía en constante turbulencia. Los caprichos más grotescos y fantásticos lo perseguían en su lecho por la noche. (…)
Durante un tiempo estos sueños fueron un escape para su imaginación; le daban una idea satisfactoria de la irrealidad de la realidad, una promesa de que el peñón del mundo estaba asentado de manera firme en el ala de un hada”
Lo primero era adueñarse de su nombre. Petyr sería un meñique para Poniente. Nadie se fijaría en él, tan solo sería un cobrador de impuestos en Puerto Gaviota, o un invisible consejero de la moneda en Desembarco del Rey, o simplemente un negociante de poca monta porque, como Scott Fitzgerald, era preciso “putear” un poco para abrirse camino entre la podredumbre de su sociedad:
Hoy en día, los burdeles son una inversión mucho más segura que los barcos.
Para Jay Gatsby, adueñarse de su nueva identidad fue un renacer. Ya no sería aquel chico rechazado, sería quien él mismo quisiera que fuera:
“James Gatz; éste era real o al menos legalmente su nombre. Se lo había cambiado a la edad de 17 años (…) La verdad es que aquel James Gatsby de West Egg, Long Island, surgió de la concepción platónica que se había hecho de sí mismo. Era hijo de Dios”
Para alguien que no tiene lugar dentro de una sociedad, el siguiente es paso es confundirla. Es causar que no se sepa quién es realmente, realizar acciones sin importancia, desviar su atención. En el caso de Meñique, esto se tradujo en su manera de jugar al Juego de Tronos.
«Tener siempre a tus enemigos confundidos. Si nunca están seguros de lo que eres o lo que quieres, ellos no pueden saber lo que harás a continuación. A veces la mejor manera de desconcertarlos es hacer movimientos que no tienen ningún propósito.»
«Meñique… sólo los dioses saben a qué juego está jugando Meñique»
«El oro de Meñique se hace de la nada, con un solo chasquido de sus dedos.»
De parte de Jay Gatsby, esto se tradujo en la invención de una nueva historia que le diera acceso a aquella inalcanzable sociedad. Se tradujo en la creación de una niebla, una máscara y direcciones cruzadas. “Soy hijo de una adinerada familia del Oeste medio, todos muertos ya. Crecí en los Estados Unidos pero me eduqué en Oxford (…) Después de eso viví como un rajá en las capitales de Europa”, aseguraba Jay Gatsby. Quienes lo conocían, en cambio, no estaban muy seguros:
—Alguien me dijo que creía que una vez había asesinado a un hombre”
—Eso no puede ser, porque él estuvo en el ejército americano durante la guerra”
Pues se dice que es nieto o primo del káiser Guillermo. Que de allí le viene el dinero
—Una vez me dijo [que era] exalumno de Oxford (…) pero no le creo
El último paso es hacer lo que se desee. Ya reinventaste tu identidad, ya construiste una niebla frente a ti. Ya es hora de comerte la sociedad que te rechazó, ya es hora de gritarle al mundo el hombre nuevo que eres.
A este respecto, Jay Gatsby compró una mansión sólo para tener a Daisy al otro lado de la bahía y, cada noche, fue el anfitrión de las fiestas más pomposas del país. Sus huéspedes se zambullían en el agua desde la torre de su plataforma flotante; centenares de fruteros llegaban a saciar su hambre; sobre las mesas de bufet, guarnecidos con brillantes pasabocas, se apilaban las condimentadas carnes frías contra las ensaladas con diseños abigarrados, los cerdos de pastel o los pavos; y por último llegaba la orquesta, un foso de oboes y trombones.
Por su parte, Meñique se casó con Lysa Arryn y ahora es el Protector del Valle. Y claro, Meñique debe demostrarle a todo Poniente el gran poderío que ha alcanzado:
El festín probó ser todo lo que su padre había prometido. Sesenta y cuatro platos fueron servidos, en honor de los sesenta y cuatro competidores que habían venido a competir por las alas de plata ante su señor. De los ríos y los lagos vino lucio, trucha y salmón, de los mares cangrejos, bacalao y arenques. Había patos, y capones, pavos con sus plumas y cisnes en leche de almendras. Lechones eran servidos con manzanas en su boca, y tres grandes toros habían sido asados en las chimeneas del patio del castillo, ya que habían sido demasiado grandes para pasar por las puertas de la cocina. Hogazas de pan caliente llenaban las mesas de caballete del salón de Lord Nestor, y enormes ruedas de queso fueron traídas de las criptas. La mantequilla estaba recién batida, y había puerros y zanahorias, cebollas asadas, remolachas, nabos y chirivías.
Y lo mejor de todo, los cocineros de Lord Nestor habían preparado una espléndida sutileza, un pastel de limón con la forma de Lanza del Gigante, de doce pies de alto y un Nido de Águilas hecho de azúcar.
Sin embargo, aun en la cima, ambos personajes son desgraciados. El uno fue un contrabandista de alcohol, el otro de mujeres. Ambos sacrificaron su moral con el fin de ascender como podían. Ambos alcanzaron su meta, entonces, ¿de dónde sale el vacío que se siente a través de las páginas de “El Gran Gatsby” y “Canción de Hielo y Fuego”? Ambos amaron, ambos amaron profundamente. Ambos fueron menospreciados y ambos fueron impulsados por el amor. No obstante, el amor es tan redentor como destructor. Con los años, Daisy y Catelyn dejaron de ser mujeres para convertirse en una imagen idealizada y un objeto a conquistar.
Jay Gatsby desea ser correspondido como prueba de que ha triunfado. Meñique desea el amor de Catelyn como prueba de que es más digno que cualquier Stark, Lannister o Targaryen. En suma, con Meñique, George RR Martin redefine parte de lo que era el “amor cortés” en la Edad Media. La doncella, en este caso Catelyn, es intocable, es pura, es idealizada; sin embargo, esta doncella es causa de redención para el caballero enamorado, en el caso de Meñique, es causa de perdición. Petyr Baelish de los Dedos y pupilo de Hoster Tully no es el mismo Meñique. Meñique es aquel que se olvida de sí mismo creyendo que, a la larga, si alcanza la pureza que ha contemplado desde joven, toda la oscuridad en la que se ha sumido valdrá la pena.
Por lo anterior es que su relación con Sansa es tan ambivalente. Llegó un punto en que Meñique dejó de amar a Catelyn para amar lo que ella representaba. Con la muerte de Catelyn, Meique necesita otra personificación de sus metas. Es por esto que a veces considera a Sansa como una joven Catelyn, otras veces, la ve como la hija que nunca tuvo con Catelyn y, en otras ocasiones, la considera como la niña que Catelyn dejó detrás y puede proteger. Con Sansa, Meñique redefinió sus propósitos. Con Sansa, Meñique aún puede ser un Gran Gatsby ponienti.
Y así es como, en medio de lo que fue, es y será Meñique, sigue siendo un personaje tristemente trágico. El amor es una guerra, y tanto amor es lo que lo terminará matando.