Los ensayos del mes de abril van a ser obra del gran Adam Feldman y centrados en Jon Nieve en Danza de Dragones: ya os trajimos uno de ellos sobre el futuro de Jon hace un años. El autor es un ensayista de la saga que ha sido alabado por el propio George R.R. Martin por sus textos sobre el Nudo de Meereen. El texto de hoy es la primera mitad de su análisis sobre la misión de salvar al hijo de Mance Rayder…y supuestamente a su hermana Arya. Ha sido traducido por nuestro amigo amigo Javier Gómez.

La misión de Mance Rayder y Jon Nieve (1ª parte)

Por guillemhp en Devianart

Jon tiene un corazón noble y una mentalidad de héroe. Y todo verdadero héroe estará dispuesto a correr grandes riesgos para proteger a una persona inocente que corra peligro. Cuando una doncella está en peligro, el caballero arriesga su vida, derrota al monstruo y la salva. Así es como funciona en todas las historias.

Pero en Danza de Dragones Jon tiene poder, y con el poder viene la responsabilidad. Para un gobernante, el instinto de un héroe de correr grandes riesgos para ayudar a un individuo puede ser desastroso. En la vida real, si corres suficientes riesgos, al final acabarás dejando de tener suerte. Y los gobernantes tienen responsabilidad sobre muchas, muchísimas vidas. Jon tiene una responsabilidad sobre el continente entero, o sobre toda la humanidad, dependiendo de la preferencia que se escoja.

Jon se pasa mucho de su “tiempo en pantalla” en Danza de Dragones intentando ganarse a los salvajes y preparando el Muro de manera responsable para enfrentarse a los Otros. Su liderazgo en estos dos frentes es directamente visionario.

Pero, intercalado con todo esto, Martin presenta de manera escurridiza y repetida que Jon tiene dilemas morales que comprometen a individuos inocentes que están en peligro. Y a ellos e no se les puede ayudar sin que la Guardia corra algún peligro y sin que haya una lucha a mayor escala.

Una y otra vez, Jon debe elegir si va a usar su poder para ayudar a estos inocentes, a pesar de ese riesgo. Hemos tratado previamente que las tentaciones anteriores de Jon de apartarse de sus deberes en la Guardia tenían que ver mayormente con sus deseos menos nobles. Ahora, Jon se está viendo tentado por sus instintos de héroe, por su “corazón noble.”

En el Torreón de Craster, Mormont le dijo a Jon que “el ancho mundo está lleno de gente que quiere ayuda”, pero que “la Guardia de la Noche tiene otras guerras que luchar.” Ahora, en Danza de Dragones, mucha gente necesita la ayuda de Jon: primero un bebé, luego su hermana, después una adolescente y finalmente un gran grupo de civiles salvajes en Casa Austera. Casi todo el arco de Jon tiene que ver con sus elecciones de usar su poder para ayudarlos, y con lo que estás elecciones podrían significar para la Guardia y para la lucha a mayor escala.

Un bebé en peligro

En sus primeros capítulos, Jon teme que Stannis queme al bebé de Mance, y decide actuar para impedirlo. Vemos en los pensamientos de Jon que lo motiva puramente el ultraje moral:

Aemon había objetado. “Hay poder en la sangre de un rey”, le había advertido el viejo maestre, “y hombres mejores que Stannis han hecho cosas peores.” El rey puede ser duro e implacable, sí, pero ¿un recién nacido? Sólo un monstruo entregaría a un niño vivo a las llamas (Jon I).

-Si te niegas, quemarán al niño. Puede que no sea mañana, ni pasado mañana…, pero será pronto, cuando Melisandre necesite despertar un dragón, levantar viento o realizar cualquier otro hechizo que requiera la sangre de un rey. Para entonces Mance será un montón de huesos y cenizas; ella exigirá a su hijo para el fuego y Stannis no se lo impedirá. Si no te llevas al niño, lo quemará. (Jon II).

Luego, Jon usa unos métodos extremadamente cargados de inventiva, pragmáticos y algo crueles para intercambiar al bebé de Mance con el de Elí: amenazar a Elí, engañar a Stannis, separar a una madre de su hijo… Pero sin importar sus métodos, el fin de Jon es puramente moral, y no comporta ningún beneficio para la Guardia ni para su lucha a mayor escala.

Todo es para impedir que un bebé sea quemado. Y realmente pone a la Guardia y a la lucha a gran escala en algo de riesgo, o al menos la vida de Jon, por cómo lo piensa él:

-Si lo hubiera sabido, nos lo habría quitado. Al hijo de Dalla, no a tu Monstruo. Una palabra al oído del rey y habría sido su final- “Y el mío. Stannis lo habría considerado traición” (Jon VIII).

Después de todo, recuerda al momento en el que Jon se negó a matar al anciano en Tormenta de Espadas, aunque significara casi por seguro la muerte del anciano, la del mismo Jon y un ataque sorpresa de los salvajes contra el Castillo Negro. Aquí, de nuevo, Jon intenta proteger a un inocente, incluso si sus acciones significan un riesgo para la lucha a mayor escala. En este caso, las cosas parecen ir como la seda, y las peores posibilidades que Jon arriesgó no llegan a suceder.

Pero no todas las apuestas de Jon tendrán tan buen resultado.

Una hermana en peligro: la tentación

Cuando Stannis marcha hacia el sur, hay un período de calma en el Muro durante el que Jon se ocupa de asuntos prácticos para preparar el Muro para los Otros, intenta ganarse a los salvajes y espera noticias de Stannis. Esta calma se rompe varias veces cuando Martin balancea a inocentes en peligro frente a Jon y se pregunta si este los ayudará. El siguiente inocente que será balanceado de esa manera es Arya.

Su corazón se detuvo un instante.

“No, es imposible. Murió en Desembarco del Rey, con mi padre.”

– ¿Lord Nieve? – Clydas lo miró detenidamente con ojos rosa y apagados-. ¿Os ocurre algo? Parecéis…

-Va a casarse con Arya Stark. Mi hermana pequeña- Jon casi podía verla en aquel momento: el rostro alargado, desgarbada, toda rodillas nudosas y codos huesudos, con la cara sucia y el pelo enmarañado. Le lavarían la cara y la peinarían, no tenía ninguna duda, pero aun así no podía imaginársela con un vestido de novia, ni en la cama de Ramsay Bolton.

“Por asustada que esté, no lo demostrará. Si intenta ponerle una mano encima, luchará.”

-Vuestra hermana- dijo Férreo Emmett-. ¿Cuántos años…?

“Debe de tener once años” pensó Jon. “Aún es una niña.”

No tengo ninguna hermana, sólo hermanos. Sólo a vosotros. -Sabía que a lady Catelyn le habría encantado oír aquellas palabras, pero no por eso se le hacía más fácil pronunciarlas. Agarró con fuerza el pergamino.

Ojalá pudiera agarrar así el cuello de Ramsay Bolton” (Jon VI).

El deseo instintivo que siente Jon de ayudar a su hermana es, por supuesto, un retome del dilema “votos contra familia” al que se enfrentó en el primer libro. Entonces jugueteó con la idea de abandonar la Guardia para ayudar a Ned y luego intentó dejar la Guardia de verdad para vengar a Ned y ayudar a Robb.

El dilema fue presentado por Aemon aquí:

Los dioses consideraron oportuno poner a prueba mis votos tres veces. Una cuando era un muchacho, otra en la flor de la vida y otra cuando ya era viejo. Para entonces ya me habían abandonado las fuerzas, mis ojos se habían apagado, pero esa última elección fue tan cruel como la primera. Mis cuervos traían las noticias del sur, palabras más negras que sus alas, la ruina de mi Casa, la muerte de mi familia, desgracia y desolación. ¿Qué podría haber hecho yo, viejo, ciego, frágil? Estaba tan inerme como un bebé de pecho, pero aun así me dolió quedarme aquí sentado, olvidado, mientras mataban al pobre nieto de mi hermano, y a su hijo, y hasta a los niños pequeños… (Juego de Tronos, Jon VIII)

Al final de Tormenta de Espadas, Jon rechazó la oferta de Invernalia que le hizo Stannis, y casi todos los fans pensaron que había acabado con los dilemas de “votos contra familia”. Pero la Invernalia que Jon rechazó era un cascarón quemado ofrecido por un pretendiente rebelde sin agarres en el Norte (ni en casi ninguna otra parte) y no había más miembros de la familia para que Jon intentara salvarlos.

Ahora, con la revelación de que Arya no sólo está viva sino que parece que está en apuros, el asunto ha vuelto a abrirse. Desea ayudarla desesperadamente, pero intenta convencerse a sí mismo de que no puede:

Jon estaba tan agotado como si tuviera sesenta años.

“Sueños oscuros y remordimientos”. No era capaz de dejar de pensar en Arya. “No tengo manera de ayudarla. Renuncié a los lazos familiares cuando pronuncié mis votos. Si uno de mis hombres me dijera que su hermana corre peligro, le diría que ya no es asunto suyo.” Cuando se pronunciaba el juramento, la sangre de un hombre se tornaba negra. “Negra como el corazón de un bastardo.” Tiempo atrás había encargado a Mikken una espada para Arya, una espada de jaque pequeña que pudiera empuñar bien. “Aguja.” Se preguntó si aún la tendría. “Tienes que clavarla por el extremo puntiagudo”, le había dicho, pero si intentaba clavársela al Bastardo, podía costarle la vida.

-Nieve- murmuró el cuervo de lord Mormont-. Nieve, nieve.

Y de repente, no pudo soportarlo más (Jon VI).

Normalmente no me gusta detenerme demasiado en las palabras del cuervo… pero en este caso tengo que preguntarme si a Jon le están recordando que es un Nieve y no un Stark. En vez de preocuparse, Jon deja al cuervo y sale fuera con Fantasma, donde encuentra a alguien que le dará el consejo opuesto. Lo que se desarrolla es una escena sorprendentemente terrorífica, llena de significado simbólico y temático:

Cruzó el patio para adentrarse en las fauces de aquel viento. La capa revoloteaba con fuerza a su alrededor; Fantasma lo seguía.

“¿Adónde voy? ¿Qué hago?” El Castillo Negro estaba tranquilo y en silencio; sus salones y torres, sumidos en la oscuridad. “Mi trono”, reflexionó Jon. “Mi salón, mi hogar, mi dominio. Ruinas.”

A la sombra del Muro, el huargo le rozó los dedos. Durante un instante, la noche cobró vida con mil olores, y Jon Nieve oyó el crujido de la nieve al romperse. De repente se dio cuenta de que tenía a alguien detrás. Alguien que olía al calor de un día de verano.

Al volverse vio a Ygritte. (Jon VI).

Ygritte es un símbolo de lo que Jon ha perdido por respetar su juramento de la Guardia de la Noche en el pasado. También tentó a Jon para que rompiera ese juramento. Y cuando se desvanece el brillo, allí de pie en lugar de Ygritte está la nueva tentadora principal de Jon, Melisandre. (Dado que antes ha dicho “No sabes nada, Jon Nieve”, parece haber visto algo sobre la relación de Jon e Ygritte en las llamas.) Melisandre no pierde el tiempo y sugiere la tentación de forma casi inmediata:

-No desesperéis, lord Nieve. La desesperación es un arma del enemigo, cuyo nombre no debe pronunciarse. No habéis perdido a vuestra hermana. (Jon VI).

Jon intenta rechazarlo, pero apenas puede siquiera decir las palabras.

-No tengo hermanas. -Las palabras se le clavaban como cuchillos.

“¿Qué sabes de mi corazón, sacerdotisa? ¿Qué sabes de mi hermana?”

– ¿Cómo se llamaba esa hermana que no tenéis? – preguntó Melisandre, divertida.

-Arya- Su voz sonó ronca-. En realidad sólo era mi hermanastra…- (Jon VI).

Después, Melisandre le dice a Jon que ha tenido una visión que le ha mostrado a Arya huyendo de su matrimonio y yendo hacia él. Utiliza un truco con Fantasma para demostrar su aparente poder y articula el tema que Martin quiere que tenga esta escena:

-Vuestro Muro es un sitio extraño, pero aquí hay mucho poder para quien sepa usarlo. Hay poder en vos, y en esta bestia. Sería un error oponerle resistencia. Abrazadlo. Usadlo. (Melisandre en Jon VI).

Jon se ha estado diciendo a sí mismo que debería atarse las manos, que no debería hacer lo que en realidad quiere, que es ayudar a Arya, porque tiene obligaciones para con la Guardia.  Melisandre le ofrece un punto de vista diferente. “Puedo darte lo que quieres. Tienes el poder para conseguirlo. ¡Úsalo!”

Todo aquel que camina por la tierra proyecta una sombra en el mundo. Las hay delgadas y débiles, y largas y oscuras. Deberíais mirar hacia atrás, lord Nieve. La luna os ha besado y ha dibujado vuestra sombra en el hielo, una sombra de ochenta varas.

Jon miró a su espalda. Allí estaba la sombra, tal como ella había dicho, recortada por la luna contra el Muro.

“La he visto viniendo hacia aquí, hacia vos”, repitió para sí. “Una muchacha vestida de gris, a lomos de un caballo moribundo. Arya.” Se volvió hacia la sacerdotisa roja. Sentía el calor que emanaba de ella. “Tiene poder.” El pensamiento surgió de la nada y lo apresó con dientes acerados… (Jon VI).

Lo que sigue es el contrapunto de este tema, cargado de profecías ominosas:

Pero no quería estar en deuda con la sacerdotisa, ni siquiera por su hermana pequeña.

-Dalla me dijo una cosa hace tiempo. La hermana de Val, esposa de Mance Rayder. Me dijo que la brujería es una espada sin empuñadura. Que no hay manera segura de agarrarla. (Jon VI).

A primera vista, esto tiene que ver con brujería, pero el subtexto tiene que ver con cómo usa Jon su poder en general. Puede ser tentador usarlo para conseguir lo que quieres, transformar y reorganizar el mundo para que esté de acuerdo con tus deseos. Pero esos actos también pueden ser desastrosos, particularmente para alguien que esté en la posición de Jon, y en este caso demostrarán que lo son.

Melisandre cierra la escena prediciendo que tres de los exploradores de Jon volverán pronto, muertos y sin ojos. Dice que si tan sólo Jon la hubiese escuchado, podría haber evitado esto, y acabamos con este pasaje tan bellamente evocador que resume la tentación una vez más:

Recordadlo cuando contempléis los rostros ciegos y destrozados de vuestros muertos. Y cuando llegue ese día, tomad mi mano- De su piel pálida emanaba una neblina blanca, y durante un momento pareció que unas llamas hechiceras danzaban entre sus dedos-. Tomad mi mano- repitió- y dejadme salvar a vuestra hermana. (Jon VI).