A estas alturas sobra decir que el 28 de octubre, es decir, en nada y menos, sale el próximo libro de George R.R. Martin, The World of Ice and Fire, una espectacular enciclopedia ilustrada que habla de la geografía e historia de Poniente y Essos. Tampoco hace falta recordar que Gigamesh publicará el libro en castellano bajo el título El Mundo de Hielo y Fuego antes de fin de año. Es decir, estad preparados porque este libro será imprescindible y vamos a hablar de él durante mucho tiempo.
Seguro que también sabéis que George no es el único autor del libro, ya que también participan Elio García y Linda Antonsson, los responsables de Westeros.org y consultores habituales de Martin. Quizás se os haya pasado que ellos son los responsables de la aplicación oficial de Canción de hielo y Fuego llamada A World of Ice and Fire, disponible para IOS y Android: allí se han publicado algunos adelantos interesantes, por ejemplo el segundo capítulo de Tyrion de Vientos de Invierno.
Pues bien, con la última actualización de la aplicación, ha aparecido un nuevo fragmento de The World of Ice and Fire para incentivar a los fans de la saga. Se trata de un fragmento (no es el capítulo completo del libro) de la sección de El Valle. Como siempre, en Los Siete Reinos os traemos su traducción. Disfrutadla porque seguramente sea la última que se publique para promocionar el libro. Aquí está:
El Valle
Fragmento de El Mundo de Hielo y Fuego
El Valle de Arryn, una larga y ancha cuenca fértil rodeada enteramente por los picos verdes y grises de las enormes Montañas de la Luna, es tan próspero como hermoso. Quizás por eso los primeros invasores ándalos decidieron desembarcar allí cuando cruzaron el mar Angosto bajo los estandartes de sus dioses. La pruebas de ello están en las piedras talladas que se ven por los Dedos y que muestran imágenes de estrellas, espadas y hachas (o martillos, según afirman algunos). El libro sagrado de la Fe, La Estrella de Siete Puntas, habla de una «tierra dorada entre gigantescas montañas» en el momento que Hugor de la Colina tuvo la visión del tesoro que algún día pertenecería a los ándalos.
El Valle está aislado del resto de Poniente por unas enormes montañas y demostró ser el terreno perfecto para que los ándalos comenzaran a forjarse sus primeros reinos en aquella nueva tierra. Los primeros hombres, que estaban allí antes que los ándalos, lucharon con tenacidad contra estos invasores llegados del mar, pero en aquellos tiempos, El Valle era un lugar escasamente poblado, y no tardaron en verse superados en número en todas las batallas. Los bardos cantan que en cuanto incendiaban una nave de los ándalos o la obligaban a retirarse al mar, diez más aparecían en el horizonte. Los primeros hombres tampoco lograron igualar el ardor guerrero de los invasores; y ni sus hachas de bronce y ni sus cotas de escamas del mismo metal eran rival para las espadas de acero y las cotas de malla de hierro de los ándalos.
Además, el territorio de El Valle y los picos que lo rodean estaban divididos en una veintena de pequeños reinos cuando los ándalos llegaron a la orilla de Poniente con la estrella de siete puntas pintada (en algunos casos, grabada) en el pecho. Enfrentados por viejas enemistades, los reyes de los primeros hombres no se unieron para combatir a los invasores cuando aparecieron al principio, sino que establecieron pactos y alianzas con ellos para conseguir que los recién llegados les ayudaran en sus guerras internas. Esta insensatez se repitió una y otra vez a medida que los ándalos avanzaban por Poniente.
Dywen Shell y Jon Brightstone, cada uno de los cuales proclamaba ser el rey de los Dedos, llegaron incluso a pagar a los caudillos ándalos para que cruzaran el mar. Ambos pensaron utilizarlos para luchar contra el otro. En vez de eso, los caudillos atacaron a sus anfitriones. En menos de un año, Brightstone fue capturado, torturado y decapitado y a Shell lo quemaron vivo dentro de su propia vivienda de madera. Un caballero ándalo llamado Corwyn Corbray se casó con la hija del primero y tomó como amante a la esposa del segundo, y reclamó como suyos los Dedos (aunque Corbray, a diferencia de muchos ándalos, nunca se proclamó rey y prefirió el título más modesto de «señor de los Cinco Dedos»).
Al sur, Osgood Shett, el tercero de su nombre, gobernaba la próspera ciudad costera de Puerto Gaviota, en la bahía de los Cangrejos. Era un viejo guerrero curtido que utilizaba el pomposo y longevo título de Rey de los Verdaderos Hombres, un título que supuestamente tenía una antigüedad de diez mil años, hasta remontarse a la mismísima Era del Amanecer. Aunque Puerto Gaviota parecía estar protegido por sus gruesas murallas, el rey Osgood y sus antepasados llevaban largo tiempo librando una guerra intermitente contra los reyes de bronce de Piedra de las Runas, un vecino más poderoso procedente de una casa tan antigua y llena de historia como la suya propia. Yorwyck Royce, el sexto de su nombre, había reclamado la corona de runas tras la muerte en batalla de su padre, ocurrida tres años antes. Demostró ser un enemigo formidable que derrotó a los Shett en varias batallas y los arrinconó en el interior de sus murallas.
El rey Osgood tomó la desastrosa decisión de pedir ayuda a los ándalos para recuperar todo lo que había perdido. Con la idea de evitar la suerte de Shell y de Brighstone, pensó en unirse con los ándalos mediante una alianza de sangre, no de oro: entregó a su hija en matrimonio al caballero ándalo Gerold Grafton, él mismo se casó con la hija mayor de ser Gerold y desposó a su hijo y heredero con la hija pequeña del ándalo. Todos los matrimonios fueron oficiados por septones siguiendo el rito de los Siete del otro lado del Mar Angosto. Shett llegó incluso a convertirse a la Fe y juró construir un gran septo en Puerto Gaviota si los Siete le concedían la victoria. Luego partió con sus aliados ándalos para enfrentarse al rey de bronce.
Osgood consiguió la victoria, pero no sobrevivió a la batalla. Entre los habitantes de Puerto Gaviota y otros primeros hombres corrió luego el rumor de que había sido el propio ser Gerold quien lo había matado. Al regresar a la ciudad, el caudillo ándalo reclamó la corona de su suegro arrebatándosela al joven Shett, para luego confinarlo a sus aposentos hasta que consiguió dejar embarazada a la hija de ser Gerold (tras lo cual, el padre de ese vástago desapareció de las páginas de la historia).
Cuando Puerto Gaviota se rebeló contra él, ser Gerold aplastó las protestas de un modo brutal, y las alcantarillas de la ciudad no tardaron en llenarse de sangre de los primeros hombres, de sus mujeres y de sus hijos. A los muertos los arrojaron a la bahía para alimentar a los cangrejos. Nadie osó oponerse al dominio de la casa Grafton durante los siguientes años, ya que, sorprendentemente, ser Gerold demostró ser un gobernante sabio e inteligente y el puerto prosperó de un modo enorme bajo su autoridad y la de sus sucesores, hasta convertirse en la primera y única ciudad del El Valle.
No todos los señores y reyes de los primeros hombres demostraron ser tan insensatos como para invitar a sus conquistadores a sus salones y hogares. Muchos prefirieron luchar. El más importante de ellos fue el ya mencionado rey de bronce, Yorwyck VI de Piedra de las Runas, que dirigió a los Royce en varias victorias famosas contra los ándalos. En una de ellas logró destrozar siete naves largas que se habían atrevido a desembarcar en su costa y decoró las paredes de Piedra de las Runas con las cabezas de los capitanes y los demás miembros de la tripulación. Sus herederos continuaron la lucha, ya que las guerras entre los primeros hombres y los ándalos duraron generaciones.
El último de los reyes de bronce fue el nieto de Yorwyck, Robar II, quien heredó Piedra de las Runas de su padre menos de quince días antes de su decimosexto día del nombre, pero que demostró ser un guerrero de tal ferocidad y astucia que casi consiguió detener la invasión de los ándalos.
Para entonces, los ándalos controlaban tres cuartas partes del Valle y habían comenzado a luchar entre ellos, lo mismo que habían hecho los primeros hombres antes de ellos. Robar Royce vio la ventaja que ofrecía su desunión. Un puñado de clanes de los primeros hombres había resistido a los ándalos a lo largo del Valle. Los principales eran los Redfort de Fuerterrojo, los Hunter de Arcolargo, los Belmore de Rapsodia y los Coldwater de Comezón de Aguasfrías. Robar se alió con todos uno por uno, y también con muchas otras pequeñas casas y clanes, a los que atrajo a su bando con matrimonios, cesiones de tierras, oro y, en una ocasión muy famosa, al vencer a lord Hunter en un duelo de arquería (la leyenda dice que el rey Robar hizo trampas). Su elocuencia era tal que incluso logró la lealtad de Ursula Upcliff, una famosa hechicera que se hacía llamar a sí misma la esposa del Rey Tritón.
Muchos de los señores que se unieron a su bando eran reyezuelos, pero todos renunciaron a ese título para rendirle pleitesía a Robar Royce y proclamarlo el Alto Rey del Valle, de los Dedos y de las Montañas de la Luna.
Los primeros hombres, unidos por fin bajo un único gobernante, lograron una serie de victorias aplastantes contra sus conquistadores, divididos y enfrentados entre sí. El rey Robar tuvo la inteligencia de no atacar a todos los ándalos para expulsarlos de sus orillas. En vez de eso, se enfrentó a cada enemigo por separado, llegando incluso en ocasiones a aliarse con un jefe ándalo para acabar con otro.
El primero en caer fue el rey de los Dedos. La leyenda cuenta que el rey Robar mató en persona a Qyle Corbray tras hacerle soltar de un golpe su famosa espada, Dama Desesperada. Robar recuperó Puerto Gaviota al asalto cuando envió a su propia hermana al interior de la ciudad para persuadir a los Shett de que se rebelasen contra los Grafton y abrieran las puertas de la ciudad. El Martillo de las Colinas, el rey ándalo que gobernaba el extremo oriental del Valle, fue el siguiente en tener que enfrentarse a los resurgidos primeros hombres y cayó ante las huestes del rey Robar bajo los muros de Roble de Hierro. Por un glorioso y breve momento, pareció que los primeros hombres serían capaces de recuperar sus tierras bajo el liderazgo de este joven rey valiente.
Pero no pudo ser. Esa fue la última victoria de Robar, ya que los demás señores y reyezuelos ándalos se dieron cuenta por fin del peligro que corrían. Entonces fueron los ándalos quienes dejaron a un lado todas sus rivalidades para emprender una causa común y unirse bajo la bandera de un único señor. El hombre que eligieron como líder no fue un rey ni un príncipe, y ni siquiera era lord, sino un caballero llamado ser Artys Arryn. Era un individuo joven, de la edad del rey Robar, y sus iguales le consideraban el mejor guerrero de su época, sin rival con la espada, la lanza y el mangual, un líder astuto y lleno de recursos, querido por todos los que luchaban bajo su mando. Aunque era de pura sangre ándala, ser Artys había nacido en el Valle, a la sombra de la Lanza del Gigante, donde los halcones volaban muy alto entre los picos escabrosos de las montañas.
En su escudo lucía el emblema de la luna y el halcón, y en su yelmo de combate plateado llevaba un par de alas de halcón. Los hombres lo llamaban el Caballero Halcón, nombre que ha perdurado.
La Batalla de las Siete Estrellas
Para hablar de lo que ocurrió a continuación, debemos regresar al reino de las leyendas y las canciones. Los bardos cuentan que las dos huestes se enfrentaron a los pies de Lanza del Gigante, a una legua de la casa donde había nacido ser Artys. Aunque los dos ejércitos tenían aproximadamente el mismo tamaño, Robar Royce contaba con la ventaja del terreno elevado, con la montaña a su espalda, lo que suponía una posición defensiva muy poderosa.
Los primeros hombres llegaron al campo de batalla varios días antes que los ándalos y excavaron una serie de zanjas delante de sus filas, para luego llenarlas de estacas afiladas (según la versión de la batalla contada por el septón Mallow, las puntas estaban cubiertas de excrementos y de entrañas podridas). La mayoría de los primeros hombres combatían a pie. Los ándalos tenían una ventaja de diez a uno en caballeros montados y también estaban mejor armados y protegidos. Llegaron tarde a la batalla, si lo que dicen las leyendas es cierto. El rey Robar pasó tres días de antelación esperándolos y siguió así día tras día.
Ya anochecía cuando por fin llegaron los ándalos y comenzaron a montar su campamento a media legua de sus enemigos. A pesar de la menguante luz, Robar Royce distinguió con claridad a su jefe. La armadura plateada y el casco alado hacían que el Caballero Halcón fuera inconfundible, incluso desde lejos.
Sin duda, esa noche fue intranquila en ambos campamentos, ya que todos sabían que la batalla comenzaría al amanecer y que el destino del Valle pendía de un hilo. Del este llegaron unas nubes que taparon la luna y las estrellas, por lo que fue una noche realmente oscura. La única luz procedía de los centenares de hogueras que ardían en los campamentos, separados por un río de oscuridad. Los bardos cantan que, de vez en cuando, los arqueros de cada bando lanzaban una flecha con la esperanza de que diera en un enemigo, pero no dicen si alguno de esos tiros a ciegas logró derramar sangre.
Cuando comenzó a iluminarse el este, los hombres se levantaron de sus lechos de piedra, se pusieron sus armaduras y se prepararon para el combate. Entonces, se oyó un grito en el campamento ándalo. Al oeste lucía una señal: siete estrellas que brillaban en el cielo gris del amanecer. «Los dioses están de nuestro lado», gritaron un millar de gargantas. «La victoria es nuestra». Sonaron las trompetas y la vanguardia de los ándalos cargó ladera arriba con todos los estandartes ondeando. No obstante, los primeros hombres no mostraron temor alguno ante aquella señal en el cielo. Se mantuvieron firmes y comenzó la batalla, la lucha más salvaje y sangrienta de toda la larga historia del Valle.
Los bardos cuentan que los ándalos cargaron siete veces. Los primeros hombres los rechazaron seis veces, pero el séptimo ataque, encabezado por un temible individuo de enorme tamaño llamado Torgold Tollet, consiguió abrirse paso. Le llamaban Torgold el Ceñudo, pero hasta ese sobrenombre era una broma, ya que, según los escritos, entraba en combate riéndose, desnudo de cintura para arriba, con una ensangrentada estrella de siete puntas grabada en la piel del pecho y un hacha en cada mano.
Las canciones dicen que Torgold no conocía el miedo ni sentía dolor. Aunque sangraba por una veintena de heridas, se abrió camino matando a los guerreros más valerosos de lord Redfort y luego acabó con el propio lord de un solo tajo en el hombro. Tampoco se amedrentó cuando la hechicera Ursula Upcliff apareció montada sobre un caballo rojo sangre para maldecirle. Torgold ya había perdido sus hachas, hundidas en el pecho de dos enemigos, pero los bardos narran que se subió de un salto al caballo de la bruja, le agarró la cara entre las dos manos ensangrentadas y le arrancó la cabeza de los hombros mientras la mujer pedía socorro.
Lo que siguió fue el caos, ya que los ándalos entraron en tromba a través del hueco abierto en las filas de los primeros hombres. La victoria parecía al alcance de los ándalos, pero no era tan fácil derrotar a Robar Royce. Otro hombre habría retrocedido para reagruparse, o hubiera huido, pero el Alto Rey ordenó un contraataque. Él en persona encabezó la carga y atravesó la confusión acompañado de sus paladines. Empuñaba a Dama Desesperada, la temible espada que había arrebatado del cadáver del rey de los Dedos. El rey mató hombres a diestro y siniestro y se abrió paso hasta Torgold el Ceñudo. Robar le lanzó un golpe a la cabeza y Tollet intentó agarrar la hoja sin dejar de reírse… pero Dama Desesperada le atravesó las manos y se hundió en el cráneo de Torgold.
Los bardos cantan que el gigante murió asfixiándose con su última risa. Fue entonces cuando el alto rey divisó al Caballero Halcón en el campo de batalla y espoleó su caballo hacia allí. Tenía la esperanza de que si su líder moría, los ándalos se desmoralizarían y huirían.
Se enfrentaron mientras la batalla rugía a su alrededor: el rey con la armadura de bronce y el héroe con el acero plateado. Aunque la armadura del Caballero Halcón centelleaba bajo el sol de la mañana, su espada no era Dama Desesperada. El duelo terminó casi antes de empezar: el acero valyrio atravesó el casco alado y abatió al ándalo. Sin duda, durante un momento, mientras el enemigo se desplomaba de su silla de montar, Robar Royce debió pensar que había ganado la batalla.
Pero en ese momento, oyó las trompetas que sonaban en el aire del amanecer, a sus espaldas. Al girarse sobre su silla, el Alto Rey vio con desesperación que quinientos nuevos caballeros ándalos bajaban por la ladera de la Lanza del Gigante para atacar a su hueste por la retaguardia. A la cabeza de la carga iba un paladín de acero plateado con un halcón y la luna en su escudo y alas en su yelmo de combate. Ser Artys Arryn le había entregado su armadura de repuesto a uno de los caballeros de su séquito y lo había dejado en el campamento mientras él se llevaba a sus mejores jinetes por un camino de cabras que recordaba de su infancia y que lo llevaría hasta la retaguardia de los primeros hombres para cargar contra ellos desde arriba.
El resto fue una desbandada. Atacada por vanguardia y por retaguardia, la última gran hueste de los primeros hombres del Valle quedó masacrada. Ese día, treinta señores acudieron a combatir por Robar Royce. Ninguno de ellos sobrevivió. Aunque los bardos cantan que el Alto Rey mató a decenas de sus enemigos, al final, él también acabó muerto. Algunos dicen que fue ser Artys quien lo mató, mientras que otros proclaman que fue lord Ruthermont, o Luceon Templeton, el caballero de Nuevestrellas. Los Corbray de Hogar siempre han insistido en que fue ser Jaime Corbray quien le asestó el golpe que lo mató, y para demostrarlo, señalan que la casa Corbray recuperó a Dama Desesperada después de la batalla.
Este es el relato de La Batalla de las Siete Estrellas, contada por los bardos y los septones. Sin duda, se trata de una narración emocionante, pero cualquier erudito debe preguntarse cuánto hay de cierto en ella. Nunca lo sabremos. De lo único que podemos estar seguros es de que el rey Robar II de la casa Royce se enfrentó a ser Artys Arryn en una gran batalla a los pies de la Lanza del Gigante, en la que murió el rey y el Caballero Halcón les infligió una herida tan tremenda a los primeros hombres que nunca se recuperaron de ella.
Yo no me lo podré comprar hasta Abril T.T
Por un lado, espectacular relato.
Por el otro, me quiero matar porque todavía no lo tengo en mis manos :'(
Yo soy pobre, con ver las imágenes por Internet me conformare xD
I know that feel bro
Gracias, gracias, gracias!!! Estoy deseando que salga el libro!
Esos andalos eran el Estado Islamico original xD
Antes creia que Artys Arryn era un aventurero, peor por lo que describen era el Tywin de su tiempo, practico y sin escrúpulos.
Alguien sabe que precio tendrá esto? Gracias!
Pues si el libro de mapas vale treinta euros, este valdrá el doble o mas.
Pues iré redactando la carta a los reyes magos y comenzando a hacer meritos…. para el año que viene, por lo menos U_U
A aprender ingles y buscar como un enfermo los torrents
Es otra forma… xD
Bendito Internet que democratiza el conocimiento y la entretencion.
Asi es
Por eso estoy a favor del flujo libre de informacion, a la mierda el copyright que tiene precios prohibitivos
Ran dijo en Westeros que la «Dama Desesperada» de esa época no era de acero valyrio, que eso fue un error que se les coló en la actualización de la app (sugirió, que al igual que «Hielo», el nombre de «Dama Desesperada» es más antiguo que la espada de acero valyrio actual)
Me parece tan genial que el antepasado de Edd el Penas (que se llama Eddison Tollet), sea un hombre que aunque le apoyaban el «Ceñudo» siempre estuviera riéndose!!!!! Ese Torgold Tollet era tan optimista y feliciano que dejó sin una gota de alegría al resto de su estirpe por los siglos de los siglos!!!
29,98 dólares en amazon, la versión inglesa, veremos a que precio lo ponen en España
Todos los relatos de Canción tienen partes reales de la historia. En esta me recuerda mucho las guerras medicas. En concreto la batalla de las termópilas.
Todos los relatos de Canción tienen partes reales de la historia. En esta me recuerda mucho las guerras medicas. En concreto la batalla de las termópilas.
Me declaro fan de Torgold Tollet. Ese tuvo que ser el «Gregor Clegane» de la época. Es curioso que sea antepasado de Edd El Penas, que para mí es el personaje más gracioso de todo CdHyF.