Este fin de semana, vía el amigo Adam Whitehead, recibimos la triste noticia del fallecimiento de la autora y pionera del género fantástico y de ciencia ficción, Phyllis Eisenstein, a los 74 años. Lo que muchos no saben es que gracias a ella tenemos dragones en Canción de hielo y fuego. Vamos a contar su historia.
George R.R. Martio concedió en 2015 una entrevista muy interesante a la revista francesa Lire. Hay muchos detalles reseñables pero para este artículo nos quedamos con la respuesta a una cuestión acerca de las dudas del autor a propósito de añadir elementos fantásticos a la historia. Y en ella aparece Phillys:
¿Has dudado al añadir elementos fantásticos a tu historia?
Sí, he dudado un poco. Al principio, por ejemplo, la historia no iba a incluir dragones, y fue una vieja amiga, Phillys Eisenstein, la que me convenció para ello. ¡No me arrepiento! Pero incluso entonces, sabía que debía ser menos sobrenatural ese libro que mis historias previas. Añadí algo de magia porque creo que da poder a la historia, pero no me gustan las historias que la usan mucho, en que el héroe está atrapado pero solo tiene que usar un poder mágico para salir. Es francamente ridículo. Así que decidi usar magia solo con cautela. Pero no quería confundir a los lectores haciéndoles pensar que creyeran que esto era ficción histórica. Por eso los Otros aparecen en el prólogo: sabes que estás en un mundo extraño, donde existe lo sobrenatural. Tras ello, podía ir a una trama más «histórica», con una serie de capítulos sin elementos mágicos.
Como leemos, Martin era muy reticente a que hubiera magia en la historia…y hay pocos seres más mágicos que los dragones. Pero Phillys, nacida en Chicago y ya una autora reconocida, entró en escena.
Ella era activa en la crítica y análisis del trabajo de amigos y colegas. En 1991, su amigo George R.R. Martin le envió los primeros capítulos de una novela en que estaba trabajando en un mundo imaginario, pero sin mostrar elementos de ciencia ficción, mágicos o fantásticos. A GRRM le estaba costando qué hacer con su historia.
Consciente de la admiración de Martin por autores como Tolkien, Zelazny y Howard, ella le urgió a que «metiera a los dragones» y la historia se convirtiera en un colosal trabajo de fantasía épica. George aceptó y el resultado fue la publicación de la novela Juego de Tronos en 1996. Martin reconoció la influencia dedicándole el tercer volumen de la saga, Tormenta de Espadas, publicado en el año 2000, a ella.
Descansa en paz, Phillys, y que la Tierra te sea leve.