Tres semanas después, George vuelve a actualizarnos en su blog de cómo va su proceso de escritura de Vientos de Invierno. Ha mencionado a Sam, Victarion, Tyrion, Melisandre y Arya; además de su rutina de escritura en su refugio en las montañas, donde pasa los días en Poniente.
George cuenta que ha vuelto esta semana a su refugio en las montañas de Santa Fe, tras pasar unos días en la ciudad con su esposa Parris y resolviendo asuntos pendientes. Entre otras cosas, fue el presentador (a distancia) de la gala de los Hugos de la Worldcon de este año, que iba a tener lugar en Nueva Zelanda pero que por la pandemia pasó a ser virtual.
Martin cuando llegó a Santa Fe escribía en su residencia habitual en la ciudad, en la que lleva viviendo desde 1979 (él nació en 48, recordemos). Hace «varias décadas» se compró su casa «de escritura», enfrente de su residencia. Ya no podía escribir en bata, sino que tenía que vestirse para cruzar la calle.
Martin explica que su vida fue complicando mientras crecía su fama y sus proyectos y necesitando asistentes o minions. Y comprar una casa en las montañas, su «refugio secreto» fue la clave para poder seguir escribiendo.
Dejemos que George nos cuente su rutina en la casa en las montañas:
Mi vida aquí es muy aburrida, debo decir. La verdad sea dicha, apenas puedo decir que tenga una vida. Tengo un asistente conmigo todo el tiempo (minions, les llamo). Los asistentes hacen turnos de dos semanas, y deben estar en cuarentena en casa antes de empezar un turno. Cada mañana me levanto y voy al ordenador, y mi asistente me trae café (soy un completo inútil sin mi café matinal) y zumo, y a veces un desayuno ligero. Entonces empiezo a escribir.
A veces estoy hasta el anochecer. Otros días paro a media tarde a responder correos o responder llamadas urgentes. Mi asistente me trae comida y bebida de vez en cuando. Cuando acabo el día, normalmente a la hora del anochecer, es la cena. Entonces vemos la televisión o una películas. El wi-fi es horrible en la montaña, así que las opciones son limitadas. Algunas noches leo en su lugar. Siempre leo un poco antes de dormir: cuando un libro me engancha, soy capaz de leer media noche, pero es raro.
Duermo. Al día siguiente me despierto y hago lo mismo. Al día siguiente, el siguiente, el siguiente igual. Antes del coronavirus, iba normalmente una vez a la semana a un restaurante o al cine. Todo eso terminó en marzo. Desde entonces, semanas y meses pasan sin que deje la cabaña, o vea a otro humano excepto quien esté en mi turno esa semana. Pierdo conciencia de qué día es, qué semana es, qué mes. El tiempo parece pasar muy rápido. Es ahora agosto, y no sé qué pasó en julio.
Pero es bueno para la escritura.
George sigue contando más detalles sobre su vida en Santa Fe. Dice que no sabe si algún escritor tiene el secreto de «escribir un libro y vivir una vida al mismo tiempo».
Martin se despide mencionando los personajes con los que está trabajando ahora: Sam, Victarion, Tyrion, Melisandre y Arya,
Mi vida está en casa, parada, y paso los días en Poniente con mis amigos Mel, Sam, Vic y Ty. Y esa chica, sin nombre, allí en Braavos.